La Textura en el Diseño y la Arquitectura

La textura es la cualidad táctil y visual de una superficie o sustancia, sin tener en cuenta el color.
Existen varios tipos de texturas como:
Textura táctil.
Es aquella que, debido a que presenta cierto relieve, se percibe mejor por el tacto. Por ejemplo, con ver un papel de lija percibimos que es rugoso y espero,  sin embargo, solo pasando el dedo por su superficie conocemos como es de rugoso y  áspero. Son texturas táctiles la rugosidad de la madera sin pulir, las pinceladas cargadas de materia en un cuadro, etc.
Textura visual.
Es aquella que percibimos en superficies totalmente lisas y se aprecia por la vista. Son texturas visuales la disposición de las vetas en el mármol pulido, los grafitos utilizados en un dibujo, etc.
 Expresividad de las texturas.
No todas las texturas producen las mismas sensaciones en quien las contempla. Según su expresividad, podemos clasificarlas en suaves o rugosas, opacas o transparentes, duras o blandas, ma­tes o brillantes, ligeras o pesadas, compactas o porosas, vigoro­sas o débiles, enérgicas o delicadas…
Criterios de selección de texturas.
Tanto las texturas naturales como las artificiales pueden ser ma­nipuladas para modificar su aspecto a para crear nuevas. Los criterios de selección de texturas suelen ser los siguientes:
 El funcional.
Es la adecuación de la calidad de la textura al uso que se va hacer del objeto. Por ejemplo, a una cuchara se le da una textura lisa y dura en función de su uso.
 El estético.
Obedece al deseo de agradar al usuario o espectador.
 El expresivo.
Se selecciona una determinada textura con el objeto de transmitir una idea o de susci­tar una reacción. Por ejemplo, se puede pulir el mármol de una escultura para comunicar la sensación de delicadeza o se puede dejar sin pulir para comunicar la sensación de vigor o de naturalidad.
Crear nuevas texturas es una tarea divertida y   gratifi­cante que nos vincula con el mundo de los materiales y de las técnicas plásticas.


Texturas visuales
El frottage.
Consiste en seleccionar superficies más 0 menos rugosas para reproducir su relieve en un papel. Se debe proceder así: una vez esco­gido el relieve que más agrada, se coloca el papel sobre el relieve y se raya ayudándose de lápices de grafito.
El salpicado.
Este procedimiento consiste en verter pintura so­bre el soporte salpicando y  goteando. Un método consiste en impregnar de pintura un cepillo y sacudir sus cerdas con el dedo salpicando todo el soporte. Otra forma de obtener esta textura consiste en utilizar rotuladores de colores: se vierte alcohol en su interior y se sopla para que caigan gotas de tinta diluida sobre el papel.


El estampado.
Es una línea del diseño en la que el motivo gráfico se repite sobre la superficie de papel produciendo bellos efectos plásticos. Este procedimiento se basa en impregnar de pin­tura una superficie salida como un dedo, un cor­cho, una esponja… para después estamparlo so­bre el soporte y dejar las marcas.
La pintura flotante.
Este procedimiento consiste en derramar pintura de aceite sobre un recipiente lleno de agua. Se re­mueve la pintura, para mezclar los colores. Se po­sa una hoja de papel sobre la capa de pintura que flota en el agua y por último se levanta.


Texturas táctiles
 La técnica mixta.
 Consiste en mezclar las pintu­ras con materiales naturales y artificiales de as­pecto granuloso, como arena, aserrín, tierra, azúcar, etc.
Las ceras fundidas
Para elaborar esta textura se necesita disponer de virutas de ceras duras de varios colores, unas hojas de papel y un paño. Se colocan las ce­ras sobre el papel y encima se coloca el paño, después se planchan con la plancha tibia. Cuan­do se note que la cera se ha fundido, se separa el papel del paño.
Los materiales con relieve
El usa de materiales con relieve como cartón, papeles arrugados, telas arrugadas, encajes, telas metálicas, sogas, sacos, hojas secas o cual­quier otro objeto… como soporte permite obte­ner texturas tridimensionales.
El collage
Consiste en pegar objetos o materia­les con relieve, como por ejemplo, poliespan, corcho, tela, hojas, palillos, sobre papel, que posteriormente se pueden pintar para unificar las texturas y para producir el efecto deseado.  




Cuando vemos cierta combinación de pardos y grises sabemos, en efecto, que hay frente a nosotros una ruda pared de piedra, sin necesidad de ir a tocarla con nuestras manos para apreciar su aspereza. En el caso de la piedra, su color varia en infinidad de manchitas de diferentes tonos, que dan una impresión plástica de aspereza; además, como la piedra es físicamente áspera tiene diversas salientes y accidentes que producen infinidad de sombras cuando la luz les da directamente. Contribuyen a darnos la impresión de textura tanto el gran número de pequeños espacios de diverso color como la multiplicidad de sombras. Naturalmente, puede haber una pared de aspereza y de color uniformes, como en el caso del acabado del cemento “tiroleado”. La mezcla de cemento y arena se aplica en la superficie con una serie de salientes minúsculos, como si fuera lija muy gruesa. La propia mezcla es de un color prácticamente uniforme según la clase de cemento empleado, pero la manera como la luz incide en la superficie significa que cada pequeño saliente produce una sombrita (muy pronunciada a la luz diurna directa), de modo que recibimos una impresión visual de textura por medio de la constante repetición del mismo color o intensidad, pero en infinidad de manchitas de diferente valor luminoso.

El estudio de la textura arquitectónica es en realidad el de los materiales de construcción. La mayoría de los materiales tienen su textura. Todas las naturales la tienen y hay incluso algunas clases de piedra (por ejemplo, la Pórtland y algunas arenizas) que tienen una textura de pequeñísimas escala, solo visible de muy cerca. Todas las maderas en estado natural tienen una textura en forma de veta, que es una indicación de la forma estructural de la madera. Algunas especies leñosas tienen una veta más pronunciada que otras, que también pueden variar según la manera de cortar la madera en el tronco. Pueden obtenerse cambios de color barnizado o coloreando, o bien mezclando los dos procedimientos. Pero la pintura mata la textura de la madera y produce una superficie plana de color uniforme. Algunos arquitectos consideran un crimen cubrir con puntura las superficies de madera, pues para ellos es la textura viva, leñosa, de esta algo que debe preservarse a toda costa. Es cierto que el empleo de superficies de madera puede resultar atractivo y crear una impresión acogedora y cordial, cobre todo en los espacios interiores, donde pueden apreciarse plenamente las delicadas texturas. A menudo se justifica la pintura d elementos de madera del exterior de un edificio por la mayor protección que recibe la madera contra los estragos del tiempo




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